jueves, 19 de noviembre de 2015

MARTA DOMÍNGUEZ

Como muchos sabéis, Google Alerts es un sistema de notificaciones que te avisa vía correo electrónico de cualquier noticia que se publique en torno a aquellas palabras seleccionadas personalmente en ese motor de búsqueda. Pues bien, durante años yo sólo he tenido una alerta de dos palabras. Las mismas del título de este texto. Podría explicar el alcance de su figura con alguna palabra más si digo que cuando estuve de Erasmus en Praga en 2007 y los amigos extranjeros visitaban mi habitación, pocos se resistían a preguntarme quién era aquella chica del póster que colgaba en mi pared. “Well, she is my idol” solía responderles.


Marta es la mejor fondista española de todos los tiempos. La chica de la cinta rosa. La chica que corría por la cuerda. La senadora del PP. La palentina más internacional. La dopada.

Marta coprotagonizó los años dorados del atletismo español, con epicentro en el año 2002 y en los europeos de Múnich. Fue coetánea de algunos de los máximos exponentes de nuestro deporte como Yago Lamela, Manolo Martínez, Mayte Martínez, Reyes Estévez, Paquillo o Penti. Estos dos últimos, también sancionados por dopaje.

Septiembre de 2008, salida de la Human Race. En la zona de salida, no me doy cuenta de que a escasos metros se encuentra la persona cuya mala suerte hace unos días en Pekín la he vivido como si la de un familiar se tratase

Marta también estuvo allí. En el punto de inflexión en el que las dominadoras del fondo mundial dejaron de ser europeas y blancas para ser reemplazadas por las africanas: Paula Radcliffe, Sonia O´Sullyvan, Gabriela Szabo y Marta Domínguez entregaron el testigo a Dibaba y compañía. Y en años posteriores solía repetir con mucha razón este mantra: “Sin estar al cien por cien, es imposible pelear con las africanas”. Y astutamente escogió volcarse en los obstáculos en 2008 de cara a Pekín, una prueba prácticamente inexplorada y sin agotar, también para las etíopes y kenianas. Pero como a otras figuras mundiales e ilustres de nuestro atletismo como Natalia Rodríguez, García Bragado o Ruth Beitia, siempre le acompañará el anhelo de no haber abrazado la gloria de pisar el podio olímpico.

Álvaro y yo regalando momentos de groupie minutos antes de la final del europeo de Barcelona 2010. Tres meses después se conocía su embarazo y, a las semanas, su implicación en la Operación Galgo

Marta es también un ejemplo de producto de marketing tan poco frecuente en nuestro atletismo. Su carácter castellano, recio y duro, lejos de otras personalidades más expansivas como la de Chema Martínez, no fue óbice para, sin quererlo conseguir el respaldo del gigante Nike: con una imagen muy personal y con unos resultados internacionales inéditos en una mujer española, se convirtió en la embajadora de referencia de Nike España en la primera década de los dosmil.

¡He sufrido y he sido tan feliz con Marta! Lloré cuando se cayó en la antepenúltima valla de la final olímpica de Pekín cuando peleaba por la plata. Padecí enésimas taquicardias en Múnich 2002, Goteborg 2006, Toro 2007 o Berlín 2009, cuando conquistó el oro en finales cuyas crónicas en la prensa siempre coincidían en subrayar “el pundonor” de Marta.

Cumpliendo mi pequeño deseo de correr con ella. Lo hice durante 5 kms en mi amada san Silvestre Vallecana Internacional

Pero sobre todo me he tirado de los pelos en repetidas ocasiones al aflorar en mí ese lado de la deformación profesional. Aunque sórdido y delicado, la acusación de dopaje de Marta fue una crisis de reputación con pocos precedentes en España y a la vez un reto profesional para cualquier experto en comunicación. Pero ¡ay, Marta! Tantas cosas mal hiciste: tu silencio ruidoso y culpable con la operación Galgo; tu desgana para coger el toro por los cuernos y afrontar el chaparrón ante la prensa para comunicar tu inocencia; tu apatía lacerante en el año de tu despedida en Londres 2012, cuando tu indiferencia en zona mixta ante las cámaras de la televisión pública sentenció la misma indiferencia que procura hoy tu imagen entre los españoles, esos por los que, comentabas en Barcelona en 2010, habías de ganar una medalla. Ese elevado concepto que de los colores de tu país has sentido y demostrado se ha tornado hoy en día en desidia popular… ¡Qué pena no haber tratado de acercarte más a la afición cuando pudiste, a esa que siempre tanto te ha querido!

El pasado mes de junio, una cámara recogío mi "poker face" en la salida de la Cursa Bombers de Barcelona. Esto si que fue una resurrección inesperada cuando se pensaba que había colgado las zapatillas después de 2012.

Hacer un esbozo de su travesía judicial sería harto complicado y aburrido, pero sólo querría recatar aquí que las reglas del juego, por fin, se han cumplido. Hoy, 19 de noviembre de 2015, Marta ha sido sancionada por el TAS por los resultados anómalos en su pasaporte biológico. Y no hay nada más que apuntar.

Todos  hemos sufrido sinsabores sentimentales, y aunque siempre nos convencemos de las razones “feas” para recordar aquello que empañó la historia y reforzarnos en nuestra posición, no sería honesto esconder aquellos momentos que, aunque a veces muy breves, nos permitieron conocer, en sentido amplio, lo que es la felicidad.

Algo parecido ocurre con esta decepción tan contemporánea de perder la ilusión y la confianza en el héroe/ídolo en el que creías por haber hecho “trampas” en el deporte… ¡Y cuántos quebraderos de cabeza derivados de esa lucha interna!. La faceta humana que entraña el dopaje es un fenómeno tan apasionante que pagaría por conocer de primera mano “su verdad” y comprender las dimensiones de esa decisión. Un aluvión de factores e ideas peregrinas se me vienen a la cabeza: la influencia que los managers tienen en el atletismo de élite; la cuestión generacional de esos años en el panorama atlético (y ciclista); o el hecho de que, y así lo pienso, el caso de Marta sea sólo la punta del iceberg de una cuestión de alcance planetario. Una cuestión de la que sabemos muy poco porque no sólo trasciende la barrera del tiempo (los avances van por delante de los sistemas de control y detección) sino la económica y la del bolsillo de los agentes que diseñan el efectista espectáculo de deporte de primer nivel.

Berlín 2009. El logro más importante: ser campeona del mundo en 3.000m obstáculos

Marta es y ha sido muchas cosas. Pero la más importante es que encarnó el paradigma de atleta que yo quería llegar a ser. La que protagoniza ese vídeo de youtube que pones 2 minutos antes de salir a entrenar, cuando estás ya enfundado en tu ropa de invierno, para conseguir un último chute de motivación. La línea que cerraba el círculo perfecto entre el aficionado al atletismo y el corredor amateur ávido de aliento que comenzaba a soñar con bajar de 40 minutos en un 10km.

No sé si Marta “persona” leerá algún día esto, pero si así sucediera ahora o dentro de 30 años, me colmaría como pocas cosas poder charlar con ella. Hasta ese momento, nos seguiremos viendo en ese limbo inconsciente en el que a veces se dan cita amigos de la infancia de los que llevas años sin saber nada pero que vuelven a tus sueños con el mismo aspecto y espíritu de entonces. En su versión más pura y original, como la primera vez que les viste.

Budapest, verano del 98...